“Las cadenas no están en los pies sino en las mentes”
Manuel Zapata Olivella
Un muy buen camarada me hizo esta pregunta, pues en los temas que abordarán mañana en su reunión de CTE, van a discutir la pertinencia o importancia de las pedagogías decoloniales.
De entrada, la pregunta se antoja polémica: ¿por qué hoy las pedagogías decoloniales? porque es cierto que en América Latina han existido varias tradiciones y propuestas educativas que buscan la liberación de lxs oprimidxs y que no se han planteado constituirse como una pedagogía decolonial, al menos no de manera explícita. Al respecto, podríamos hablar del acumulado histórico de la Educación Popular, por ejemplo, que encuentra su asidero en las propuestas de los independentistas -como Simón Rodríguez o José Martí-, o también en las experiencias de movimientos alternativos como el movimiento “Fe y Alegría”, o en las tradiciones históricas de los saberes ancestrales de los pueblos quechuas y aymaras.
Podríamos también hablar de las propuestas pedagógicas freirianas, que constituyen una consecución histórica en el acumulado de las luchas por la educación al servicio de las clases populares, o de las pedagogías críticas que también se han propuesto la transformación del status quo y la lucha contra los sistemas de dominación capitalista y neoliberal.
Sin embargo, me parece que no es necesario separar lo que está junto y todas estas tradiciones históricas y luchas político-pedagógicas tienen como horizonte compartido la lucha contra “lo” colonial. Entonces, me parece que es posible hablar de un acumulado histórico de resistencias a los diferentes tipos de dominación y justo en este punto es en donde las propuestas decoloniales han logrado configurar el mejor acercamiento a estos tipos de dominación.
Bien, ¿por qué hablar hoy de una educación decolonial? De entrada, como venía diciendo, habríamos de decir que “lo” decolonial es una crítica a “lo” colonial, y para construir ejercicios de descolonización tenemos que saber de qué nos queremos descolonizar. ¿Qué es, entonces, “lo” colonial?
En su último libro, Ramón Grosfoguel nos habla de 16 diferentes categorías de dominación colonial que atraviesan las experiencias de vida en las periferias y que son constitutivas de la civilización moderna. La civilización moderna, a diferencia de lo que opinan los intelectuales coloniales, es una civilización planetaria impuesta mediante genocidios y epistemicidios a partir de la expansión que lleva a cabo Europa en los territorios hoy conocidos como América, Asia y África a partir de 1492.
De este proceso de colonización, se desprenden las 16 jerarquías de dominación que Grosfoguel identifica en sus estudios y que, aunque han existido procesos de independencia de las potencias coloniales, su lógica de dominación se mantiene vigente mediante la formación subjetiva blanca y criolla que ha sido impuesta en este sistema planetario y que podemos entender bajo lo que Mignolo denomina como “matriz colonial del ser, del poder y del saber”.
¿Cuáles son estas jerarquías de dominación? La condición de clase, la división internacional del trabajo en centros y periferias, la blanquitud, la jerarquía etno-racial, la dominación por cuestión de género, la dominación por cuestión de sexo, la jerarquía espiritual global de la cristiandad, el privilegio de la epistemología o la ciencia europea por encima de cualquier otra forma de conocer, el privilegio de lo urbano sobre lo rural, el privilegio del sujeto en edad adulta productiva, entre otras. Los puntos de imbricación de estas jerarquías de dominación producen lo que Eduardo Galeano ha planteado de manera muy didáctica: el mundo se vuelve la casa de poquitos y el infierno de la mayoría.
De esta manera, caracterizando el sistema de dominación en el que vivimos, se vuelve urgente, incluso, para la supervivencia de la vida en el planeta tierra, la descolonización de estas formas jerárquicas de dominación. Y en ello, el trabajo y la organización pasa, desde luego, por las propuestas político-pedagógicas.
Estamos hablando, pues, de un sistema de dominación moderno/colonial/capitalista/patriarcal/occidentalizado/cristianizado, que se constituyó a partir de la irrupción violenta de Europa, hace cinco siglos, en las periferias del mundo, constituyendo así un paradigma civilizatorio planetario: una forma “universal” de ser y estar en el mundo.
Al respecto, ¿qué se proponen estos planes de estudio? Convendría citar su concepción de “la modernidad” y sus implicaciones pedagógicas y que podemos conocer en el texto siguiente:
Cuando las niñas y los niños empiezan a estudiar la modernidad y sus procesos históricos, científicos, productivos, tecnológicos, culturales y artísticos, en realidad están estudiando los procesos de colonización y sus dominios, por lo que es central que comprendan cómo se relacionan con su vida diaria.
Como podemos observar, las propuestas de educación decolonial, buscan cuestionar estas jerarquías de dominación que aparecen normalizadas en la vida diaria y que se han profundizado a partir de proyectos educativos eurocéntricos que surgen, incluso, desde las experiencias y propuestas de sujetos oprimidos de occidente.
Las pedagogías decoloniales se proponen, pues, superar la Modernidad; caminar hacia lo que Enrique Dussel ha propuesto como una “era transmoderna”; tratamos de visibilizar estas jerarquías de dominación, cuestionarlas mediante la formación del pensamiento crítico y transitar a un mundo en el que quepan muchos mundos -como dicen lxs zapatistas- o, en la reinterpretación que el mismo Grosfoguel hace de esta perspectiva: se trata de construir un mundo en el que quepan muchos mundos y que este mundo no sea posible.
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